22. Vanidad de vanidades
La forma más adaptativa para sobrevivir en un mundo como a este es el egoísmo. Tenerte a ti siempre primero tiene ventajas evolutivas enormes. Nuestra razón nos dice eso, que veamos primero nuestro interés y nuestra supervivencia sobre los demás, pero la trampa de la vida está cuando la esclavitud a las emociones te inunda.
Hasta la persona más egoísta y narcisista del mundo puede caer en el abismo del enamoramiento. Tu mente dice "no, no es correcto, estás haciendo las cosas mal, será tu fin". Las emociones y sentimientos dicen "estás exagerando, las cosas pueden salir bien". Una guerra intensa, que si se sigue alimentando el enamoramiento termina siendo la cordura callada brutalmente.
No me arrepiento de nada de lo que estado haciendo con Edgar, vivir una vida sin emociones fuertes y gran intensidad es un desperdicio. He vivido locamente con él, he aprendido cosas diferentes, he puesto a prueba cada límite que me había puesto, yo lo quiero por lo que me enseñó. Me enseñó a no confiar en la gente, a saber, que las apariencias engañan, que tan débil es mi dominio propio, lo peligroso de mis celos, cómo puedo llegar del odio al amor en segundos y la plasticidad de mis prioridades.
Cada persona elige su papel en mi historia, su protagonismo y su importancia. Lo que he aprendido es que al final siempre termino solo. Desde las antiguas historias con Cynthia en CCH, mis semestres en la universidad con Brenda, las fiestas gloriosas con Israel y las salidas inolvidables con Edgar. Todos pasan por la vida, dejando una huella, una marca, dejando un sabor insaciable de vanidad. Intenté retener a cada uno de ellos, lo que he aprendido es que el destino siempre gana. Que al final solo me tengo a mi y que me tendré a mi para siempre.
Hasta la persona más egoísta y narcisista del mundo puede caer en el abismo del enamoramiento. Tu mente dice "no, no es correcto, estás haciendo las cosas mal, será tu fin". Las emociones y sentimientos dicen "estás exagerando, las cosas pueden salir bien". Una guerra intensa, que si se sigue alimentando el enamoramiento termina siendo la cordura callada brutalmente.
No me arrepiento de nada de lo que estado haciendo con Edgar, vivir una vida sin emociones fuertes y gran intensidad es un desperdicio. He vivido locamente con él, he aprendido cosas diferentes, he puesto a prueba cada límite que me había puesto, yo lo quiero por lo que me enseñó. Me enseñó a no confiar en la gente, a saber, que las apariencias engañan, que tan débil es mi dominio propio, lo peligroso de mis celos, cómo puedo llegar del odio al amor en segundos y la plasticidad de mis prioridades.
Cada persona elige su papel en mi historia, su protagonismo y su importancia. Lo que he aprendido es que al final siempre termino solo. Desde las antiguas historias con Cynthia en CCH, mis semestres en la universidad con Brenda, las fiestas gloriosas con Israel y las salidas inolvidables con Edgar. Todos pasan por la vida, dejando una huella, una marca, dejando un sabor insaciable de vanidad. Intenté retener a cada uno de ellos, lo que he aprendido es que el destino siempre gana. Que al final solo me tengo a mi y que me tendré a mi para siempre.
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